domingo, 14 de enero de 2024

UN ENCUENTRO REPENTINO

 UN ENCUENTRO REPENTINO

Un veinticuatro de diciembre en la mañana
recorriendo la ciudad campante iba,
de pronto;  aparecióseme ante mi vista
un padre y su pequeño hijo que gemía.


Aquel padre  triste y sollozante,
mil lágrimas de sus ojos brotaban
y con voz triste y consolante, 
a su hijo decía:
”Calla hijo, que el pobre está condenado”.


En cambio el pequeño hijo repetía:
“Padre, tengo hambre y comer quiero”
Pobre padre, el corazón se le partía
de ver, que ni para comer tenía.


Quiso el diablo o el cruel destino, 
aumentar la angustia en su corazón dolido.
Hizo que tenga un encuentro repentino,
con un hombre y su hijo bien vestido.


Caminaban los dos juntos de la mano
y la alegría en sus rostros reflejaban,
salían del restaurante más cercano
y al bazar de enfrente se encaminaban.


Al salir de aquel lujoso lugar
padre e hijo juntos sonreían,
y en las manos juguetes traían
de los más finos que ahí vendían.


Vio el pobre niño lo que traían
y con voz aún sollozante y triste
al padre le pidió un juguete
de los tantos que en vitrina se exhibían
respondiendo inmediatamente el padre:
“Lo que pides hijo, no está a nuestro alcance”.

Que les quedaba a los pobres. Llorar,
el uno por dentro y el otro triste
lágrimas blanquecinas por el suelo regar
y sin más remedio que a su “casa” marchar.


Entonces con el corazón de dolor inflamado
dos lágrimas mis mejillas surcaron,
alcé la mirada fija al cielo y dije:
“Dios, por qué así, al hombre pobre has condenado”.


Diciembre de 1988.

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